Recibió una paliza a la puerta del Carrefour de Atxuri a manos de una persona a la que había expulsado hace unos días cuando intentaba robar
Los trabajadores y encargados de seguridad del establecimiento que Carrefour explota en la plaza Santos Juanes de Bilbao no quitan el miedo del cuerpo. A principios del pasado mes de enero relataban a este periódico que vivían «un auténtico infierno». En tres días, dos de sus vigilantes, pertenecientes a la empresa Sabico, se vieron obligados a solicitar la baja laboral a consecuencia de las heridas que sufrieron por agresiones. Dani, de 26 años, terminó la jornada del 8 de enero en el hospital con lesiones en la cara y en un hombro, lo que le obligó a llevar el brazo en cabestrillo durante días.
Ayer, casi tres meses después, este joven vigilante regresó al servicio de urgencias de su mutua con la nariz «destrozada», según un compañero, por los golpes que recibió. Cuando el reloj marcaba la una y media de la tarde, vio a un «viejo conocido» que accedía al interior del supermercado acompañado de otra persona. El trabajador le reconoció por haber mantenido una discusión hace un tiempo cuando, al parecer, intentaba hurtar productos del 'súper'. Entonces, según fuentes próximas al agredido, Dani le amonestó por su actitud y le invitó a abandonar el local. «Si pillamos a alguien robando, le pedimos que se vaya, y no pasa nada», comentan los trabajadores.
Pero ya en enero el vigilante comprobó que «no todas las personas reaccionan de igual manera». Y ayer lo sufrió en sus carnes. Según testigos, tras reconocer al presunto ladrón intentó cortarle el acceso al establecimiento, prohibición que no le sentó nada bien a juzgar por su reacción. «Mientras su amigo le sujetaba, no paraba de darle golpes», explicaban los trabajadores consultadas. Tras su paso por la mutua, formalizó su denuncia en la comisaría de la Ertzaintza de Deusto, sin que por el momento se hayan registrado detenciones.
Como medida de seguridad, Sabico duplicó en enero los efectivos del servicio de seguridad, «pero ahora lo había vuelto a reducir», lamentaba un compañero de Dani. «Y aquí nadie está seguro», insistía. Fuente elcorreo.com
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